viernes, 10 de abril de 2009

The fast and the furius...

Semana Santa, tiempo de cine. Empezamos hace unos días viendo una película dura, muy dura, The Klass, en la que la violencia es el vehículo para enseñarnos el porqué y el hasta donde del acoso escolar. El entenderlo, el ponernos en la piel y el desear esa violencia es el gran valor de esta película.

Y hoy, en la 1, más de tres horas de espectáculo. Ahora que vuelven Vin Diesel y Paul Walker a llenar de tetosterona las pantallas de cine podemos recordar lo malas que son este tipo de películas. Sobre todo cuando hace 50 años (y todas las semanas santas posteriores) William Wyler nos ofreció la gran escena de autos tetosterónicos (esta vez tetosterona de la buena) del cine. Y no con un Subaru Impreza de 300 caballos sino con un carro de 4 equinos, blancos como la leche (Altares, Aldebarán, Rigel y Altair) enfrentados a un carro griego con ruedas mortales en veinte minutos de vueltas y vueltas.

¡Qué diversión! ¡Qué espectáculo! Ben Hur, todo o nada, romano y judío, venganza y perdón. Y frente al enemigo derrotado, él no ve enemigo, ni nunca alimaña aplastada tal como se designa Messala, malo malísimo hasta el final. Yo, después de una carrera así, también me convierto. Al CINE con MAYUSCULAS claro.





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